Muchas veces tomamos como orden normal del cosmos la manera en que envejecemos y nuestro cuerpo deja de funcionar al paso de los años mientras que la realidad es que si cambiáramos nuestros hábitos, muy probablemente nuestro paso por la vida y nuestro recorrido hacia el final sería mucho más gratificante.
A veces miro a las personas mayores que tiene que caminar con un bastón o que no son auto-suficientes y pienso: que podemos hacer para evitarlo? Después miro a la gente que pasa sentada el 80% de su tiempo frente a una computadora y para colmo en una postura que hace el uso menos eficiente del cuerpo y pienso que pareciera que justamente estamos haciendo todo lo posible por llegar a ese tortuoso final en vez de evitarlo. Observo el consumo excesivo que tenemos de comida sin ningún aporte alimenticio a nuestro cuerpo y entonces no entiendo nada. Y estoy segura que podemos cambiarlo.
¿Por qué escogemos vivir de esta manera auto-destructiva? ¿Por qué no reflexionamos un poco más acerca de todas nuestras acciones para comprender lo que nos lleva a actuar de una u otra forma? Tal vez si meditáramos un poco más al respecto, si observáramos un poco más antes de actuar, si escucháramos a nuestro cuerpo, entonces seríamos capaces de cambiarlo, de preocuparnos más sobre el costo-beneficio de los que hacemos con nuestros cuerpos y, por lo tanto, con nuestra vida. Parar un momento y no dejarse llevar por el caos de la sociedad. Finalmente, será el cuerpo nuestro único compañero el resto de nuestras vidas y es importante conocerlo para así saber la manera más eficiente de utilizarlo y la mejor manera de cuidarlo. Si conocemos, cuidamos y entrenamos nuestro cuerpo, nunca nos sentiremos solos porque seremos independientes y por lo tanto podremos ser libres confiando en que nuestro cuerpo nos responderá cuando lo necesitemos. ¿Por qué no comer una fruta en vez de un pastelito de chocolate? ¿Por qué no cambiar las horas de charla sentados en el café por unos minutos de compartir un intercambio de masaje, si científicamente el café y la inactividad prolongada no son precisamente benéficos para la salud mientras que el trabajo a través del cuerpo me da más información a cerca de la otra persona que lo que a veces compartimos de manera verbal? ¿Por qué no cambiamos un viernes de copas por un viernes de clase de yoga, si es bien sabido que la cruda me causará depresión y que contrariamente la práctica de yoga no solamente desarrollará mis capacidades físicas sino que me ayudará a sentirme feliz?
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Nohemí Ferrer
Fundadora, Directora y Maestra en BodyWords
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